Reseña ciematográfica
Nina quien es protagonizada por Natalie Portman, es una bailarina de una compañía de ballet ubicada en la ciudad de Nueva York. Su vida al igual que mayoría de las bailarinas profesionales está totalmente concentrada en el ballet. Nina a sus 28 años de edad vivía con su madre Erica, quien era una ex bailarina y había fracaso en su carrera, a raíz de esto Erica inculca a Nina el arte del ballet y más que brindar apoyo en el éxito de su hija tendría una obsesión por contralar su vida,y este sería uno de los mayores errores que podría cometer.
El director de la compañía Vincent Cassel prepara para la temporada una nueva y fresca versión de El Lago de los Cisnes, de Tchaicovsky. Es por esto que decide cambiar a su bailarina principal Beth llevándola a un forzoso retiro de la compañía, y dando así la oportunidad a Nina de obtener el papel de Cisne reina, el cual tendría gran complicación al interpretar el papel de ambos cisne; el blanco y el negro. Pero todo no sería color de rosa para esta amante del baile, su acto se vería en peligro con la llegada de Lily, una hermosa y atrevida bailarina que robaría miradas por su gran talento.
De blanco y negro
Para Nina encontrarse con su lado oscuro no solo la haría crecer como profesional, si no como persona, al poder ser una persona independiente, libre de poder decir lo que calla o de hacer lo que ella quiere para su propia vida. Ella no sería más una niña, será un cisne, y el esfuerzo de su madre por sobre protegerla, no evitaría que a Nina le crecieran las alas, ni que por su piel y sus ojos corriera sangre. Se nota la magia de un brillante Aronofsky en el juego mental que de a poco avanza sobre la línea de realidad versus imaginación.
“Ella se merece la libertad, pero sólo el amor puede terminar el hechizo.”, le dice el director artístico a Nina, sobre su rol como Cisne Reina, dándole la libertad que solo pudo encontrar siendo un cisne negro.